Lo llegaste a pensar. ¿Por qué no ibas a hacerlo? Si juegas
es porque crees que puedes ganar. De hecho, en los momentos menos generosos
llegaste a pensar que te lo merecías. ¿Por qué no? Te ha costado tanto
esfuerzo, tantas lágrimas, tanto sudor, tanta sangre. Te ha llevado mucho
tiempo, muchas horas desesperadas, muchas lecturas fragmentadas. Te ha llevado
a enfrentarte con todos y contra todo. Te ha vuelto loco. Ha estado a punto de
hacerte caer en el abismo.
Lo miraste, al abismo, sabiendo que era él quien te
miraba a ti. Y ¿qué te decía? Te decía, ánimo, Daniel, no desesperes. Te decía,
no estás solo en esto, y si lo estás no importa, tienes algo a lo que
aferrarte. Te decía, aférrate a ello, agárralo por los pelos y no dejes que se
escape. Te decía, ¿por qué no puede tocarte a ti? ¿Eh? ¿Por qué no? Te decía,
te lo mereces, Daniel, hay otros muchos que se lo merecen, sí, pero también tú
lo mereces. Así que te diste la vuelta y dejaste que el abismo siguiera
hablando solo, para otro.
Desde luego, es imposible saber si lo mereces realmente o
no. Pero ha sucedido. Terminaste la novela que amenazaba con acabar contigo y
luego la enviaste a un premio y te olvidaste de todo. Y un buen día te
enteraste de que lo habías logrado. Habías ganado el Premio Dos Passos a la Primera Novela por tu obra Cocaína.
Habías convencido a un jurado de que te lo mereces. Habías tocado fondo y luego
habías vuelto a salir.
Hoy has firmado el contrato con la editorial Galaxia
Gutenberg, al lado de tu editor, Joan Tarrida, y de tu agente literaria,
Palmira Márquez. Y ¿ahora? ¿Qué es lo que debes hacer ahora? Por lo pronto,
limítate a ser agradecido y mantente a la expectativa. Da las gracias, sonríe y
no mires atrás. Todo el mundo debería tener una oportunidad, y ésta es la tuya.
Lo que sea que venga a partir de ahora ya no dependerá ti.